martes, 29 de septiembre de 2015

Palabra de Octubre de la Sra Ester


El mundo fue creado por Dios para que el hombre disfrute de Su presencia y de todo lo que había, juntamente con su familia.
Estaban incluidos en esa convivencia la armonía, la disciplina y el amor.
Pero, al pecar, los hombres se distanciaron del Dios Vivo y el mal pudo dominarlos y prevalecer en sus vidas.
A causa de eso, las guerras, los dolores y los sufrimientos comenzaron a existir.
Para volver a hablar con Dios, oír Su voz, y llegar a Su Presencia, los hombres necesitarían tener un Mediador.
Generaciones después, les fueron enviados hombres de Dios, profetas, para hacer ese papel de mediador. Pero el pueblo volvía a pecar y no tenía fuerzas para resistir al pecado, lo que lo apartaba aún más de Dios.
Fue entonces cuando Dios envió a Su Hijo Jesús para ser ese Canal hasta Él.
De esa forma, las personas iban a poder conocerlo, redimirse de sus pecados, seguirlo, y además recibir la fuerza de Su Espíritu para resistir al mal que las esclavizaba.
El Señor Jesús nos dio condiciones para ser perdonados y también convertirnos en Hijos de Dios y vencedores en este mundo. A través de la oración, y en el Nombre de Jesús, tenemos acceso al Padre Celestial.
Él dijo:
"...todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis." Mateo 21:22
Entonces, para recibir lo que pedimos, tenemos que tener fe y certeza de que Él es fiel para cumplir Su Promesa y, para pedir, también tiene que existir la fe de que Él nos está oyendo.
Fe es la certeza de las cosas que se esperan. ¿Pero cómo tener la certeza?
La única garantía es lo que Dios prometió.
Si el Señor Jesús dijo que recibiremos todo lo que pedimos en oración, podemos confiar en Su Palabra.

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