miércoles, 18 de enero de 2017

Saco de plumas

Plumas

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado. Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:
“Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?”
A lo que el hombre respondió: “Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas”.
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.
Volvió donde el sabio y le dijo: “Ya he terminado”, a lo que el sabio contestó: “Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas”.
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.

Al volver, el hombre sabio le dijo:
“Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho no hay forma de revertir lo que hiciste”.
Ahora lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo con mucha sinceridad y comenzar a hacer por él lo contrario de lo que un día has hecho para perjudicarlo.

Reflexión:
Pedir perdón con sinceridad es la única forma de restablecer una relación tanto con las personas a quienes hemos ofendido, como también con nuestro Creador”.
“Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón”.
Cuando una persona perjudica a alguien con sus malas acciones, y no pide perdón con sinceridad, la más perjudicada es ella misma, más que la propia persona a quien perjudico, es como tomar veneno y esperar a que la otra persona muera.
El Señor Jesús nos ha enseñado: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9

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