Todos los días sufrimos ataques del mal, con el objetivo de ensuciar nuestro corazón.
Por eso debemos estar siempre vigilando en oración.
Aún cuando somos ofendidos y nuestros sentimientos quieren dejar tristeza,
la bronca, rabia y el rencor dominan nuestro corazón, podemos defendernos a través de la oración por aquellos que nos ofenden.
Esta actitud protege nuestro corazón.
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